Y a veces me lees, que lo se yo. ¿A que si? Como también se que me miras, mucho. Pensándolo bien no siempre, sólo cuando te acuerdas -mi ego todavía no es tan grande-. ¿Me equivoco? -Claro que se que vas a decir que si, pero es que siempre te gustó desencasillarme. Lo siento, no es nuevo-. Y te quedas pensando en (mí) tí, aunque a decirlo en voz alta no te atrevas. Tranquilo, que también te entiendo. ¡Ay si te descubre(s)n! No es un reproche. Pero escribir no puedes tampoco. O puede que sí. Y lo haces. A lo mejor eres más valiente de lo que tú y yo pensamos y por eso lo escondes. Para mí. Para engañarte tú. Para que tu ego me salve de tí. Por eso no lo puedo ver y es secreto, ¿verdad? Porque a estas alturas, piensas que mejor sin tí. Por una vez comparto tu opinión. Y ojalá tú pudieras vivir -sin tí- con un contigo mejor. A fin de cuenta es lo que siempre te (nos) deseé.
Boungiorno. . . un lunes lluvioso, sol entre cortado que entra por la ventana, algo de bullicio italiano en la calle y una canción de fondo que no para de sonar y sonar… Esa canción que a la par no deja de dar vueltas en mi cabeza todo el tiempo mezclando todo tipo de sentimientos y sensaciones que se pueden sentir a lo largo del tiempo. . . Supongo que porque, a pesar de andar perdida en el laberinto de mis pensamientos, me recuerdan que sigo viva y que hay que avanzar . . . Catania . . . . . .